Compromiso, ética y trabajo para brindar un correcto servicio de justicia
Palabras de la presidenta de la Suprema Corte de Justicia, Hilda Kogan, en el acto de apertura del V Congreso de la Magistratura y la Función Judicial:
Hay momentos en los que urge volver a reafirmar principios, fundamentos y comportamientos. Éste es uno de tales momentos.
El lema del congreso que nos convoca, menciona la noción de compromiso y es una mención muy atinada porque el compromiso es propio de la naturaleza de nuestra actividad. La falta de compromiso o su distorsión, la desnaturaliza.
Los cargos de la Magistratura y de la Función Judicial tienen un fuerte componente vocacional. Requieren, desde luego, un alto nivel y un variado abanico de competencias teóricas y técnicas. Exigen una disposición al estudio. Hay que prestar continuada atención a los cambios permanentes que generan la vida contemporánea, en los ámbitos de lo social, lo económico, lo político y, obviamente, lo tecnológico.
Pero, además, y posiblemente más importante que la pericia cognitiva, está la demanda ética. La función judicial conlleva los estándares más altos imaginables, en términos de rectitud, en el hacer y el aparecer. Contamos con la autoridad de las leyes y con la fuerza del aparato del estado para dirimir cuestiones muy delicadas que hacen a la dignidad, los derechos y la libertad de las personas. Estas personas acuden a nuestros estrados a dirimir sus conflictos de modo pacífico. Ponen sus vidas, sus afectos y sus bienes en nuestras manos. Esto conlleva una responsabilidad enorme, pero justamente hacerlo con responsabilidad, imparcialidad y con un compromiso social que tenga como eje la realización de un servicio de justicia y no la realización de anhelos personales y personalistas, es nuestro principal deber.
Ejercer la magistratura se trata de trabajar, y de que ese trabajo sea consciente y serio. Hace falta mucho y buen carácter para cancelar en el alma las tentaciones de la liviandad, la irresponsabilidad y la frivolidad.
Son muchas las personas que en el ámbito del Poder Judicial cambian sus vidas para enaltecer la función y saben bien que no se trata de acceder a una situación de privilegio que nos coloque por encima de quienes debemos juzgar, sino todo lo contrario; de renuncias para honrar la tarea que se nos ha asignado.
En momentos de confusión y de descrédito resulta indispensable volver a decir con claridad que nuestros cargos merecen un máximo de compromiso y que no pueden ser medio para ningún afán de reconocimiento u otro beneficio secundario.
Quiero dar comienzo a esta jornada con esta reflexión para que levantemos la bandera del compromiso bien alto y agradecerles y felicitar por llevar a cabo este tipo de encuentros, pues da señales de un poder judicial comprometido con lo que debe hacer por sobre todas las cosas: prestar un correcto servicio de justicia y eso bien lo sabemos, solo se logra con capacitación, trabajo, compromiso, vocación, reflexión, autocrítica y, sobre todo, conocimiento de la realidad.
Muchas gracias.